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AMARGURA O DIVERSIÓN: TU ELIGES

September 19, 2022

Por Debi Pearl

Como regla general, mi esposo nomás no saca la basura. Yo podría molestarme o podría aprender a disfrutar sacar la basura. Soy inteligente. Me gusta sacar la basura. La semana pasada mi esposo me vio luchando tratando de salir por la puerta con una enorme bolsa de basura. Como se dirigía en esa dirección, se ofreció como voluntario para llevar la pesada bolsa. Caminó unos diez pies delante de mí cargando la bolsa fácilmente con una mano. Como es costumbre, me divirtió su exhibición de masculinidad. Después de casi 35 años de apreciar sus músculos, uno pensaría que ya estaría cansado de presumirlos. Cuando se acercó al gran remolque de la basura, estaba seriamente en su plan de macho. Con gran fanfarria arrojó la gran bolsa de basura como si fuera un bloque de cemento en lugar de una delgada bolsa de plástico demasiado cargada. Por supuesto, la cuerda se rompió, lo que causó que la bolsa pegara en el costado del remolque, se abriera de golpe y arrojara basura por todas partes. Me di cuenta de que estaba un poco avergonzado cuando me apresuré a limpiar el desorden que hizo, pero continuó su camino alegremente. Recuerdo el tiempo en que todo esto me hubiera irritado y causado amargura tensando nuestra relación; y todo solo por una bolsa de basura. Una pérdida tan estúpida de nuestra vida, pero al verlo escabullirse humildemente, tuve que sonreír. Al fin he llegado a comprender la psique masculina, al menos la de este hombre. Sé que el episodio de la bolsa rota de basura fue duro para él. Es divertido que los hombres piensen que las mujeres son tan difíciles de entender, pero ¿pueden ustedes imaginarse a una mujer que se jacta de tirar una pesada bolsa de basura, fallar y luego dejarla para que alguien más limpie el desorden? Habiendo llegado a este gran conocimiento del ego masculino, sabía que Mike buscaría otra oportunidad para sacar la basura. Su oportunidad llegó dos semanas después cuando salía por la puerta trasera con otra bolsa pesada. Graciosamente le agradecí cuando se ofreció a sacar la bolsa. Justo cuando salió por la puerta corrí hacia la ventana del cuarto de servicio. Levantando rápidamente la ventana unas tres pulgadas, esperé a que diera la vuelta al remolque de la basura que está justo en frente de donde yo estaba. Esta vez tiró la bolsa cuidadosamente. Justo cuando la bolsa salió de su mano dejé escapar un grito espeluznante. Uno pensaría que ya estaría acostumbrado a mis trucos después de todos estos años, pero lo hice pagar otra vez. Ojalá hubieran visto su reacción. Su camiseta se sacudió como si un fuerte viento la hubiese alcanzado mientras cada centímetro de su cuerpo temblaba por el shock. Por supuesto yo me estremecía riendo salvajemente. Había afectado tanto su cerebro con mi salvaje grito de guerra que le tomó un segundo darse cuenta que la bolsa de la basura había aterrizado en el lugar correcto y que el grito no estaba relacionado de ninguna manera con la basura. Fue un gran momento hasta que volteó y me miró a los ojos. Entonces supe que tendría que pagar por mi entretenimiento casero. Corrió de regreso a la casa a una velocidad de la que pensé que hacía tiempo que ya no era capaz. Yo sabía que no tenía sentido intentar esconderme porque él me encontraría tarde o temprano, así que decidí usar mi pose de dama inocente. Dulcemente me paré frente al fregadero y comencé a lavar los platos reprimiendo mi risa. Entrando por la puerta sonaba como un camión Mack, pero me mantuve de espaldas. Mi postura recatada no lo detuvo. Me agarró del brazo y comenzó a empujarme hacia la recámara. Dado que me supera en peso por cien libras, no podía contra él, aunque tuvo que arrastrarme todo el camino. Yo solo podía imaginar lo que pensaría el personal de la oficina (justo al lado) si aparecieran en ese momento. Estaba lista con otro grito en caso de que apareciera nuestro reservado gerente. Podía imaginar su cara horrorizada. Mike pensó que se estaba vengando, pero me estaba arrastrando a mi lugar favorito. Mientras él cerraba la puerta con llave, rápidamente me acomodé en una pose muy tentadora. Nunca falla. Sin duda que es muy útil ser mujer. Así que empezó a besarme mientras yo continuaba riéndome. Besa mejor que tirar la bolsa de basura. Bueno, ¡basta!

¿Pueden ver cuánto mejor es un corazón alegre que un feo montón de sentimientos heridos? Vivan agradecidas, con actitud de perdón y de alegría y disfruten cada momento como si fuera el último.

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