Escrito por un amigo del ministerio
Estimados Mike y Debi Pearl:
Quería compartirles una historia sobre Daniel mi hijo adolescente porque ustedes comparten las recompensas eternas de su testimonio.
Daniel pudo comprar una camioneta bonita a los 16 años porque ha trabajado duro durante muchos años. Quería arreglar algunos problemitas de la camioneta por lo que se dirigió a la tienda local de repuestos para automóviles.
Mientras compraba las piezas necesarias, el cajero de mediana edad notó el teléfono de Daniel cuando sonó y le diijo burlonamente: "¿Cuántos años tienes, muchacho?" Mi hijo respondió que tenía dieciséis años. El hombre continuó diciendo que él tenía un hijo de dieciséis años y que a su hijo no lo verían ni muerto con "un teléfono tan insignificante como ese".
Mientras Daniel me contaba la historia, yo supuse que me iba a decir que había guardado tímidamente su TracFone, había pagado por sus artículos y se había salido de allí, ¡PERO eso no fue lo que sucedió!
Miró al hombre y le dijo: “Señor, ¿le gustaría saber POR QUÉ tengo este teléfono “insignificante”? El hombre respondió "sí". Daniel procedió a decirle respetuosamente que otros teléfonos, como los que tenía su hijo, tenían suciedad y cosas que pueden destruir la vida de un hombre y que él no quería tener nada que ver con eso.
¡Por decir lo menos, el hombre estaba estupefacto! y respondió con mucha seriedad: "Vaya, desearía que mi hijo pensara de esa manera... tus padres deben estar muy orgullosos de ti".
No hace falta decir que estaba y estoy muy orgulloso de él. Le dije: "Hijo, son personas como tú las que pueden cambiar el mundo al proclamar la verdad sin vergüenza".
Dios los bendiga a ambos por ser algunas de esas personas que “cambian el mundo”. Han proclamado la verdad con valentía y han dado muchas advertencias. Estamos eternamente agradecidos por el impacto que han tenido en la vida de nuestra familia.
–LW